A fines de marzo el Servicio de Voluntarias Santa Rita del Hospital Materno Infantil San Roque, de Paraná, convocó a interesados a inscribirse al curso de formación del voluntariado, que comenzó en abril y culminó el mes pasado. Fueron 10 mujeres las que completaron esta instancia y este mes se realizó un acto para celebrarlo.
Hospital San Roque: el Voluntariado suma 10 nuevas integrantes
Desde hace 60 años el Voluntariado acompaña a niños internados en el San Roque y a sus familias, realizando una loable labor con amor y un fuerte compromiso
Por Vanesa Erbes
Se trata de una labor que requiere completar esta capacitación, además de un férreo compromiso y una gran vocación. En el sitio www.hospitalsanroque.gob.ar se refleja parte de su historia: “En el año 1965 el padre Crocce, párroco de la Parroquia San Juan Bosco y Domingo Savio (Orden Salesiana) convocó a un grupo de mujeres para desarrollar su apostolado en el hospital San Roque que por entonces funcionaba en la Escuela Hogar. En 1974, con la colaboración de profesionales del Hospital, Salud Pública y de Asistencia Social, sobre la base de antecedentes del Voluntariado del Hospital Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires, se organiza el Servicio de Voluntarias, con su propio Reglamento y Código de Ética que cada voluntaria debe respetar”, explican en la página oficial del nosocomio.
Por su parte, Isabel Zárate, quien integra este voluntariado desde hace 25 años, contó a UNO: “Después fue creciendo y respetamos rigurosamente este reglamento, que sólo se modifica por asamblea extraordinaria, y es lo que nos protege y protege al hospital, y que marca nuestros límites sobre lo que podemos y no podemos hacer”,
“Cuando se hace un curso de ingreso, que es la única forma que se puede formar parte del voluntariado, nos tomamos varios meses en realizarlo. Incluye teoría y práctica. Estas chicas que empezaron a fines de abril y se recibieron en noviembre, tuvieron esta formación”, añadió.
Las encargadas de compartir sus saberes fueron Nina Klocker, Silvia Morelli y la propia Isabel, quien comentó: “Empezaron varias personas, pero muchas se dieron cuenta de que es una actividad que no la pueden realizar. Entonces uno le agradece que hayan ido, que se hayan inscripto y probado al menos. Porque es muy fácil decir ´eso no es para mí´ sin probar. Fueron 10 las que se quedaron, y se recibieron felices. Pero todavía no las dejamos que vayan a la sala solas, porque tienen mucho que aprender todavía”.
Nuevas integrantes del Voluntariado del San Roque
Las nuevas voluntarias son Nerina Alcoba, Claudia Aranda, Lucila Benítez, Silvia Burgos, DÁngelo Lucía, Virginia Eichorn, Silvia Fabre, María de las Mercedes Moretto, Liliana Tepsich y Gladis Uhrich. Ellas se suman ahora al grupo de 30 mujeres que ya están desarrollando la encomiable labor de acompañar a los niños internados y a sus familias, de distintos modos: desde cubrir necesidades materiales, ya sea de pañales, ropa, yerba para un mate, elementos de higiene o lo que haga falta, hasta lo humano y espiritual, debido a que mucha gente está atravesando momentos muy difíciles cuando sus hijos son derivados al hospital por alguna enfermedad o un accidente. “Cubrimos todos los días cada turno, mañana y tarde, de lunes a sábados. Y en cada turno fueron repartidas las ingresantes para que vayan tomando de las otras voluntarias toda la experiencia que hemos adquirido”, refirió Isabel.
A su vez, señaló: “La colación fue el 1° de noviembre, donde concurrieron las autoridades, y los familiares, porque es un acto muy emotivo, donde por primera vez usan nuestro guardapolvo a cuadrillé blanco y rojo, que es un emblema. Se les entrega el pin con nuestro símbolo y las claves del servicio. Es toda una ceremonia protocolar y toda esta emoción se comparte con los familiares, porque la familia es un eslabón muy importante, ya que si no se cuenta con este sostén, es muy difícil hacer esta actividad”.
Empatía y solidaridad
Por reglamento le dedican como mínimo tres horas por semana a esta labor. “Todas tenemos ya asignados los horarios. Por ejemplo, yo tengo el lunes a la tarde, pero sin horario. Voy temprano y vengo cuando me desocupo. Pueden ser cuatro, cinco, seis horas. Hago todo lo máximo posible ese día. Se tiene que visitar todo el hospital, cama por cama, viendo las necesidades de cada uno de los chicos, de las madres, y a veces quedándonos porque vemos que alguien necesita hablar, precisa apoyo, o simplemente que alguien le diga ´quedate tranquila, estás en el mejor lugar, tu hijo acá va a salir muy bien atendido y no vas a encontrar en Paraná ningún otro lugar donde puedas salir con el diagnóstico real, con el diagnóstico hecho y el problema solucionado´. No son solamente las cosas materiales que nosotros les brindamos, por supuesto gracias a que la sociedad de Paraná es sumamente generosa y nos provee de todo. No queremos ser meramente repartidora de cosas, sino que procuramos aportar confianza, compañía, una oreja para escuchar, un hombro donde apoyarse”, sostuvo Isabel, y subrayó: “Se puede sintetizar esto con la palabra ´empatía´. que es como la inteligencia: quien no la tiene, no se da cuenta”.
Ejemplo de amor y compromiso
Isabel aseguró que “uno siempre está viendo al otro, qué le pasa” y expresó: “Todas somos iguales con el guardapolvo. Y entre nosotras nos apoyamos, porque cuando vas a una sala te encontrás con muchas cosas. Vas a Maternidad, por ejemplo, pero no siempre es feliz la maternidad, hay casos que son muy duros, por la edad de la mamá, por las pérdidas, por muchas cosas. Entonces, esa carga emocional que se genera una no la puede llevar a su casa”.
No obstante, aclaró que es una actividad que les brinda felicidad “porque se pudo hacer al menos algo por alguien que lo necesitaba”. En este marco, reflexionó: “A veces se dice ´¡cuánto da una voluntaria!´, pero en realidad nosotras recibimos: las bendiciones, la sonrisa, la mirada; eso no lo conseguís en ningún otro lado”.
También mencionó que al salir de una sala se comparte con gente del grupo la vivencia: “Por ahí hacés un parate, nos tomamos un té o un mate, y descargamos con las compañeras, que son las que te van a escuchar y entender, y así no necesitamos psicólogos, y esto no nos daña. Hay gente que no lo aguanta y no tenemos por qué juzgar a una persona que es demasiado sensible y no puede ver a un chico lastimado. En esos casos nos suelen ayudar de otra manera, donando pañales, por ejemplo”.
Por último, remarcó que “esta es una labor de todo grupo humano tremendo, es una cadena de favores”. Y recordó que una de las formas en que se puede colaborar son los días 22 de cada mes, cuando se conmemora Santa Rita: “Nosotros pasamos desde la primera misa hasta la última los días 22 por la Catedral, y ahí la gente nos lleva donaciones de pañales. Eso se hace desde 1997, cuando comenzó la primera colecta con el padre Agustín Kaúl, que propuso que en lugar de rosas y hojas, regalen pañales para los chicos. Así motivó esta iniciativa, y misa tras misa se fue acrecentando el número de pañales, y ya estamos llegando a los 2 millones recaudados en Santa Rita”, concluyó.