Hoy es el Día del Activismo por la Diversidad Sexual en nuestro país según la Ley 4.325 promulgada en CABA en 2012. Se eligió el 20 de agosto en recuerdo del fallecimiento del activista Carlos Jáuregui, en 1996. Es una fecha que se extiende a todas las provincias desde el deseo de recordar a uno de los grandes luchadores de los derechos de las disidencias y desde la necesidad de seguir conquistando derechos para las minorías sexuales y de género.
Activismo por la Diversidad Sexual: un brevísimo recorrido
Carlos Jáuregui
Su nombre comenzó a conocerse en la década de los 80, en democracia. Era Profesor de Historia y sus viajes por algunas ciudades del mundo le abrieron los ojos hacia la militancia por los derechos (en un primer momento) de los gays. En 1984 fue uno de los fundadores y primer presidente de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina). La militancia de Carlos fue política y mediática, desde la aparición en la tapa de la revista Siete Días de abril de 1984 bajo el título “El riesgo de ser homosexual en la Argentina” a debates televisivos (como los mantenidos contra el Arzobispo de Buenos Aires Antonio Quarracino cuando este celebró que la Justicia negara la personería jurídica a la CHA expresando: “Qué mal suenan esas dos palabras juntas, homosexual y Argentina”, ya que para él la homosexualidad era “un desvío de la naturaleza humana, como la animalidad”), así como la creación y participación en grupos intelectuales y activistas en los 90, bajo la idea de que “la política de darse a conocer es el recurso más fuerte con que ha contado el movimiento gay”. En 1987 publicó el libro La homosexualidad en la Argentina donde, entre otras cosas, hablaba de los homosexuales secuestrados durante la dictadura y que no formaron parte del informe de la CONADEP. “Uno de los integrantes responsables de la CONADEP afirma la existencia de, por lo menos, 400 homosexuales integrando la lista del horror. El trato que recibieron, nos informó, fue similar al de los compañeros judíos desaparecidos: especialmente sádico y violento. En su totalidad fueron violados por sus moralistas captores.”
En 1988, falleció de VIH/SIDA su pareja Pablo Azcona. Inmediatamente después del entierro, la familia Azcona echó a Carlos del departamento que compartían. Este fue uno de los principales motivos personales que lo llevó a trabajar junto al Dr. José Luis Pizzi, desde GaysDC (Gays por los Derechos Civiles, también co-creado por él), en la redacción del primer proyecto de unión civil en 1994.
El 28 de junio de 1992, Carlos encabezó la Primera Marcha del Orgullo Gay Lésbico en Buenos Aires. Al igual que otras marchas internacionales, se realizó en el Día Internacional del Orgullo, establecido después de los disturbios en el bar Stonewall, New York, en 1969. Muchxs de lxs que marcharon lo hicieron con caretas de cartón porque temían perder sus trabajos.
En los 90 Jáuregui comenzó a entablar relaciones con otros colectivos sexuales y de género, apoyando a Lohana Berkins en la fundación de ALITT (Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual), asesorando a grupos académicos y de militancia. El 20 de agosto de 1996 murió a causa de VIH/SIDA, enfermedad contra la que había luchado desde lo físico y lo personal pero también desde la postura de cambiar la percepción social sobre la entonces peyorativizada “peste rosa”.
Antecesores activistas
La militancia y el activismo para lograr derechos para las disidencias sexuales y de género en nuestro país comenzó unas décadas antes del trabajo de Jáuregui.
En 1967 (aunque algunos historiadores dicen 1969 pero todos coinciden en que fue el 1º de noviembre) se creó el Grupo Nuestro Mundo, “primer intento de organización homosexual en Argentina” en palabras de Néstor Perlongher, primera agrupación en América Latina en defensa de los derechos de los homosexuales. Su líder fue Héctor Anabitarte, dirigente sindical expulsado del Partido Comunista por homosexual y la mayoría de sus pocos miembros eran activistas de gremios de clase media baja cuyo principal trabajo fue la elaboración de panfletos e informes sobre la liberación gay que se distribuían y enviaban a los periódicos.
En agosto de 1971 se creó el FLH (Frente de Liberación Homosexual). Inicialmente eran agrupaciones diferentes que decidieron unir sus reclamos; en los pocos años que duró el FLH llegó a nuclear a 10 u 11 grupos. Varios intelectuales fueron sus creadores: Carlos Correas, Juan José Sebreli, Blas Matamoro, Juan José Hernández, Juan Fernández y Manuel Puig. Posteriormente la inclusión del grupo Eros, con Néstor Perlongher como una de sus figuras destacadas, hizo que muchos de los intelectuales fundadores abandonaran el FLH a causa del ideario de radicalización de la lucha del poeta. En un clima político y social que atentaba contra los homosexuales, el FLH comenzó a desarticularse hasta que en 1976 desaparece a causa de la dictadura. El golpe final vino con la publicación en la revista El Caudillo, financiada por el entonces Ministro de Bienestar Social, López Rega, donde apareció la nota titulada Acabar con los homosexuales, en la cual se decía que “hay que terminar con los homosexuales. Encerrarlos o matarlos (…) proponemos que se les interne en campos de reeducación y trabajo (…) crear brigadas callejeras que salgan a recorrer los barrios de la ciudad para dar caza a esos sujetos” entre otras incitaciones a la violencia. La disolución del FLH fue informada a través de un comunicado emitido desde España. En sus casi cinco años de existencia organizaron volanteadas y pintadas callejeras; redactaron material teórico, literario, testimonial y de divulgación que aparecieron en sus revistas Homosexuales (1973) y Somos (1973-1976) de edición y circulación clandestina.
Últimos años
Después de todas estas décadas de activismo interrumpido, a fines del siglo XX comenzó lo que mediáticamente se llamó “la confesión gay”, en la que, en palabras de Adrián Melo, “personajes más o menos famosos del medio artístico y de la intelectualidad hacían su “salida del closet” en los medios masivos de comunicación.” Así lo hicieron famosos como Fernando Peña, Julio Bocca, Juan Castro, entre otrxs, como manera de quitar peso social a sus elecciones.
Ya en el siglo XXI comienza el período de las conquistas legales. En 2003 se promulgó en Buenos Aires la ley de Unión Civil. En 2010 se sancionó la ley de Matrimonio Igualitario, aunque a fines de 2009 se celebró el primer matrimonio entre personas del mismo sexo, Alex Freyre y José María Di Bello, en nuestro país y en Latinoamérica: se casaron en Ushuaia luego de que la Corporación de Abogados Católicos presentara un amparo para suspender la ceremonia. En 2012 se publica la ley nacional de Identidad de Género. En 2015 se promulga la ley de Igualdad y No Discriminación, y la de Cupo Laboral Trans en CABA. En 2020, Santa Cruz sanciona la ley Integral de Reconocimiento y Reparación Histórica de Derechos de las Personas Trans, seguida por la ley nacional de este año de Cupo Laboral Trans.
Otras leyes y otras conquistas del orden de lo simbólico se dieron en este siglo, logros alcanzados gracias a grupos, activistas y militantes como los que ya mencionamos y a los que podríamos sumar (para mencionar algunxs de tantxs) a Lohana Berkins, Mariela Muñoz, María Rachid, Mauro Cabral, Diana Sacayán, Néstor Perlongher.
El activismo se construye día a día, conociendo esta historia que vino antes de nosotrxs, pero sin bajar los brazos por lo que falta conseguir. Activismo es vencer la vergüenza con el orgullo y la felicidad de ser quien es uno y estirar la mano para ayudar a lxs demás. Como escribió Jáuregui: “En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”.