El periodista de La Nación Más (LN+) José del Río entrevistaba al economista José Luis Espert del partido de Javier Milei, el jueves 24 de abril a la noche, y le mostraba imágenes de un chaqueño manipulando fajos de dólares con niños.
El supremacismo argento en Milei, Kicillof, Macri y Espert
Hermanados en el colonialismo interno, políticos argentinos (Milei, Kicillof, Macri y Espert) muestran su lado perverso ante las urnas, y sus víctimas callan.
En los pocos años en que Buenos Aires no comandó el latrocinio, se separó.
De esa dolorosa escena, que al parecer demostraría un sistema de corrupción usando la fachada de algunas cooperativas (nada nuevo bajo el sol), Espert sacó una conclusión/solución absurda y violenta: hay que eliminar la coparticipación.
No sería gran cosa (el motor argento funciona a mil disparates por segundo), si no fuera que la ocurrencia se ha repetido estos años desde distintos sectores en apariencia enfrentados; y si no fuera que el periodista escuchó como quien oye llover, sin una pregunta más, sin un solo pero. Ambos dejaron fluir la mentira/amenaza como algo obvio que se cae de maduro. Hay que ver cómo la ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires no muestran fisuras a la hora de expoliar al resto del país, sin importar el nombre del gobernante de turno o el banderín que alce.
Hasta las náuseas
Dirigentes porteños y bonaerenses de distintos partidos acuden al mismo argumento ad nauseam, es decir: repiten una mentira hasta provocar náuseas, y con ello pretenden convertirla en verdad. La estrategia radica en ganarnos por cansancio. Y tienen con qué, porque previamente se proveyeron de todos los medios masivos de mayor alcance y atacan desde distintos flancos. Para los políticos, los medios masivos son de lo peor, pero por esos medios masivos corean la cantinela.
Espert dijo, en suma, que los fondos que derrochan los chaqueños provienen del esfuerzo de los porteños y bonaerenses. Y eso no indignó al periodista. Unos cien mil jóvenes entregaron sus vidas desde 1810 en la resistencia contra el despotismo porteño bonaerense, y hoy cualquiera se burla de esas luchas con impunidad.
Dinosaurios panzaverdes
El formato supremacista de la educación argentina con Rivadavia, Rosas, Mitre, Sarmiento, Roca, Avellaneda a la cabeza del prontuario de próceres colonialistas, es mirado sin mayor cuidado desde muchos sectores. Nunca logra ser tema prioritario, pero todos los días da sus frutos en los ámbitos más inesperados. Y el actual gobierno encabezado por Javier Milei goza en aceitar los canales del más granado atropello colonial ultra corrupto. No nos vamos a rasgar las vestiduras, cuando en la Argentina hace 500 años que las palabras y los hechos se dan patadas.
Sin ir más lejos, dos políticos de La Libertad Avanza están proponiendo, en Entre Ríos, celebrar la llamada “Campaña al Desierto”, uno de los etnocidios aún en llaga viva, y lo hacen con argucias propias del supremacismo argento pero alquiladas aquí, en este territorio oprimido por ese supremacismo.
Juan Antonio Vilar, con siete libros publicado por Eduner sobre nuestra historia, sostiene que el estado nación fue construido sobre cuatro genocidios. “Ha quedado demostrado que el Estado Nacional Argentino se creó en base a un triple genocidio: el de los federales del Interior, el de los paraguayos y el de los indios”, dice. Y agrega: “Las desgracias generalizadas para los pueblos de este continente comenzaron con la llegada de los europeos… El genocidio provocado por los europeos alcanzó límites aterradores, sin precedentes en la historia y ha continuado en otra forma y dimensión con los gobiernos criollos después de la independencia hasta nuestros días”.
Cuatro genocidios, pues, en las bases. “Mitre impuso en las Provincias sangrientamente a sus sátrapas; desde entonces, políticos, juristas y gobernantes declaman un federalismo que solo existe en la letra de la Constitución y en los discursos oficiales”.
¿Resultado de ese sistema de abusos, y de las campañas contra las comunidades indígenas? Veamos: “La familia Anchorena con 635.000 hectáreas, Unzué con 534.130, Luro 321.125, Leloir 234.685, Duggan 233.180, Martínez de Hoz 135.545...”
Las fotos del mayor terrateniente argentino actual, Eduardo Elsztain, con el proimperialista Javier Milei y sus antecesores Mauricio Macri, Cristina Fernández, Néstor Kirchner, incluso con el entrerriano Sergio Urribarri, muestran cómo la política continúa naturalizando, en varios flancos, los resultados de la conquista y los cuatro genocidios.
Esas campañas a la Patagonia que tuvieron puntos extremos como la invasión al País de las Manzanas gobernado por Sayhueque, fueron concretadas con los fusiles Remington a repetición, los cañones Krupp y las ametralladoras Gatling, armas que antes fueron probadas en el pecho de los entrerrianos. Por eso es que el proyecto de LLA de rendir pleitesía al atropello roquista sólo puede entenderse en la lectura acrítica de la historieta colonial empeñada en dejar bien parados a militares, terratenientes, obispos y empresarios reunidos para asaltar a diversas comunidades, repartirse sus bienes y aniquilar sus culturas, todo bajo el mando de la “civilización”, no casualmente festejada por sus pocos favorecidos.
Maldita coparticipación
Ya señalamos la falacia “ad nauseam”. Ahí no queda la estrategia: otra falacia llamada “reducción al absurdo” que utilizan los supremacistas argentos se explica de este modo: muchas provincias reciben más dinero en coparticipación del que recaudan por sus propios organismos; luego constatamos allí hechos de corrupción, lo cual demuestra -enredan- que no aprecian el esfuerzo y como consecuencia, la solución está en cortar el flujo de fondos.
Lógica siniestra como simplona, pero dicha con fingida displicencia ante las cámaras, pasa.
Primero: la corrupción existe en el país, qué duda cabe, por la connivencia de gobernantes y empresarios, y se presenta por igual en provincias enriquecidas (a costa de las demás) y provincias empobrecidas (por las ricas). Segundo: la corrupción también se da y principalmente en el estado nacional, que recauda. Tercero: el sistema actual de coparticipación fue impuesto en el país contra la propia Constitución que declama federalismo, y lo que proponen los supremacistas argentos es dar otra vuelta de rosca en la línea disgregante del unitarismo.
¿Dónde está el engaño? Hay que decir que muchos analistas que valoran el sistema federal cuestionan el sistema de coparticipación. De ahí se agarran los unitarios de manera aviesa para proponer una pretendida salida, que es peor. En el sistema confederal originario, cada territorio sostiene su autonomía, se articula con los demás territorios, y deja algunas funciones en manos del gobierno nacional. Ese gobierno centralizado en la colonialista Buenos Aires se infló al punto de tomar en sus manos la recaudación impositiva y distribuir a gusto y placer. La ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires fueron favorecidas durante dos siglos con el monopolio aduanero, con obras de infraestructura, con circuitos comerciales, y facilitando el establecimiento de industrias y servicios ligados al movimiento económico privilegiado.
Así es que sus estados provinciales y municipales encuentran fuentes de recursos, fuentes que no existen en otros territorios porque así lo decidió el despotismo centralista.
En los pocos años en que Buenos Aires no comandó el latrocinio, se separó. Por eso la Confederación con capital en Paraná no gobernó sobre el despotismo porteño, y cayó empobrecida, frente a su riqueza.
Así fue cómo Buenos Aires provincia y ciudad atropellaron al resto del país (genocidios mediante), como herederas del colonialismo europeo, y se apropiaron de las ventajas.
Consumado el crimen (crimen, porque este sistema costó sangre), ahora llegan los Espert, Macri, Milei, Kicillof, Kirchner, a inventar desventajas de ciertas provincias (enriquecidas), a favor de otras provincias (empobrecidas), y sugerir que cada cual se arregle con lo que tiene. Es decir: manotearon durante 200 años las riquezas, y cuando su rinconcito se muestra en mejores condiciones económicas que el resto, merced a los abusos, por haber monopolizado el poder, entonces gritan “federalismo”. Más supremacismo no se consigue: quieren hacerle creer al país que Chaco es pobre porque encarna la “barbarie” y las Buenos Aires son ricas porque encarnan la “civilización”. Ahora resulta que, por esta voltereta, los problemas de la Argentina deben buscarse en el Chaco… La infamia no tiene límites.
Ricos llorones
Al asumir su nuevo mandato, el gobernador de Buenos Aires Axel Kicillof se refirió al reparto de los fondos nacionales: “Aportamos casi el 40% de la coparticipación, recibimos poco más del 20%. Es así que nuestra Provincia de Buenos Aires es la que más aporta al producto y al valor agregado nacional”. (Antes, Néstor Kirchner abogaba por cambios a favor de la provincia de Buenos Aires que, según él, era perjudicada en seis puntos).
Las lágrimas del gobernador de la provincia más poderosa, supremacista y separatista de la Argentina tienen su fuente en el engaño. Y son gotitas al lado del aguacero de su aparente adversario Mauricio Macri, que siendo jefe de la Ciudad más enriquecida del país (a costa del resto), lloriqueaba de esta suerte: “es cierto que la Ciudad tiene más recursos que la mayoría de las provincias. Pero también es cierto que la Ciudad genera casi el 25% de los recursos coparticipables y se lleva poco más del 1% de la Coparticipación”.
Los Kicillof/Kirchner no se pueden ni ver con los Milei/Macri, pero a la hora de llorar miseria se abrazan como comadre en desgracia, no hay quién les gane, y menos a la hora de repartirse la parte del león. A tal punto que el gobierno nacional anterior (Fernández-Fernández) le sacó plata a la ciudad de Buenos Aires (con gobierno adversario) con el cuento de que en el país había provincias del noroeste que tenían familias sin agua potable, y ¿qué hizo con esos fondos? Se los dio a su amigo Kicillof de la provincia de Buenos Aires. Así es como la política argenta supremacista se burla de los argentinos, y los mismos políticos que viven insultando al periodismo se valen de todos los medios porteños, invasivos del país, para derramar sus lágrimas y esconder sus filos.
Buenos Aires ciudad y Buenos Aires provincia son privilegiadas en la Argentina desde hace 200 años, han saqueado al país a fuerza de violencia, y violencia en toda la gama.
Sus riquezas no les pertenecen. No hay ninguna razón biológica, geográfica, azarosa, que justifique el predominio de esos territorios; la única explicación es militar. Sus políticos, auto proclamados de derecha o de izquierda, medran en el sistema de privilegios impuesto por la violencia y se victimizan para demandar más recursos.
Todo el movimiento en obras, industrias, comercios, bancos, transporte, servicios, que acapararon Buenos Aires ciudad y provincia en tiempos agroexportadores o de sustitución de importaciones, por igual, haciendo valer la razón de sus armas, les generan ingresos impositivos extraordinarios hoy día. Por eso son dos territorios privilegiados. Aún así, por décadas hemos constatado allí mayores aportes nacionales no coparticipables, menores tarifas en servicios pagados por todos los argentinos, servicios que los demás territorios no poseen pero pagan; y hemos naturalizado el predominio de sus medios de difusión que sostienen el relato supremacista por todas las vías habidas y por haber.
El relato insidioso ha hecho creer incluso que varias provincias y ciudades del país perdieron sus bancos estatales por administración fraudulenta e incapacidad, mientras que Buenos Aires provincia y ciudad los sostuvieron por las cualidades de su dirigencia. Así es como Buenos Aires negocia (manipula) desde el Banco Central, el Banco Provincia, el Banco Ciudad y los banqueros amigos que administran, desde Buenos Aires, otras bancas provinciales.
Mitre represor
El supremacismo colonialista argento ataca y vuelve a atacar. No pocos anti mitristas se valen, incluso, del resultado de la represión mitrista para seguir pujando por sus privilegios. Dice Vilar: “La injustificable claudicación de Urquiza en Pavón (1861) seguida de una terrible represión, puso fin a la lucha de 50 años y dejó libre el camino para que los porteños, bajo la jefatura de Mitre, organizaran el Estado Nacional moderno, liberal, agropecuario y dependiente del capital extranjero”. Y se explaya en otra obra: “La pacificación del país después de Pavón para ‘uniformar su política con la de Buenos Aires’ se hizo mediante la fuerza militar más violenta, con la destitución de los gobernadores legales, con batallas sangrientas, asesinatos y ejecuciones de prisioneros en nombre de la civilización. Fue una conquista militar y no, como mentía Mitre, fruto de actos libres de las provincias”.
Hay que decir que medio siglo antes de los desmanes mitristas, Buenos Aires ya había cometido desmanes contra la revolución confederal. Es decir: nada hay de superior en la provincia de Buenos Aires y la ciudad que no sea fruto de sus privilegios coloniales portuarios.
De ahí que no nos extraña que en los medios masivos fundados por Mitre para sostener su relato conveniente se cometan atropellos verbales como el de Espert, sin que vuele una mosca. ¿Sacarle plata al Chaco para que vaya a la provincia de Buenos Aires y a la ciudad de Buenos Aires? De no creer. A Bartolomé Mitre le parecería mucho.
Desequilibrio
La historia argentina es tan compleja que facilita todo tipo de enredos y engaños. El perverso modelo agroexportador favorecía principalmente a Buenos Aires y al imperio inglés. A mediados del siglo XX se aplicó un modelo de sustitución de importaciones que generó otras expectativas, pero al mismo tiempo más concentración del poder y de las riquezas, más desequilibrios, con despoblamiento de muchas provincias.
No fueron “excesos”. No fueron “daños colaterales”. El imperialismo colonialista no deja cabos sueltos. Miles de familias entrerrianas fueron empobrecidas, desocupadas, desarraigadas y desterradas, y pasaron a engrosar el conurbano bonaerense. En el lapso en que Entre Ríos creció en su demografía de 100 a 150, la provincia de Buenos Aires pasó de 100 a casi 400. La macrocefalia tocó el extremo, el amontonamiento trajo mayores flujos… En los momentos críticos de la historia, Buenos Aires sabe que el que no llora no mama, pero no fue con lágrimas que logró sus “fondos de reparación histórica” sino con chantajes varios. Los eufemismos darían risa, si no fuera que este sistema centralizado ha provocado tanto daño al país.
La Argentina necesita estudiar el “índice de destierro” y el índice de “obras y crecimiento por privilegios”, para ponerlos al lado del índice “cantidad de población” que el sistema colonial quiere hacer prevalecer hoy para seguir expoliando al país. Es cierto que, medida en cantidad de población, la coparticipación debe repartirse distinto; como es cierto que, medida en una mirada integral, las lágrimas de porteños y bonaerenses y la presión que ejercen son expresiones supremacistas, un eslabón más de su violencia.
Todo lo dicho aquí se refiere al poder porteño y bonaerense en lo financiero, corporativo, político, mediático; de ninguna manera a los pueblos tan víctimas del sistema como todos los pueblos del país. Considerando que el conurbano bonaerense cobija a miles de familias que fueron desarraigadas y desterradas en otros puntos de la región y que padecen el amontonamiento.
Los gobiernos de la Región Litoral (Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco, Santa Fe), y de la Región Centro (Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba), no han dado aún respuestas a la matraca porteño bonaerense.